En tanto la mente esté perturbada, no puede haber comprensión; en tanto no esté muy quieta, silenciosa, serena, sensiblemente receptiva, es imposible comprender; y esta sensibilidad de la mente no ha de ser tan sólo con respecto a las capas altas de la conciencia, a la mente superficial. Cuando usted está en presencia de algo muy bello, si se pone a charlar no percibirá su significado. Pero tan pronto queda en silencio, en estado de sensibilidad, la belleza de ello llega a usted.