César Cañedo

Pido que exista cura
para todas las plagas de mi casa,
que mi cartera conserve su buena salud,
que mi cama no se guarde las ganas
de pasear a mi perro
ni de salir hacia la gente,
que el refrigerador
tenga algo nuevo qué decirme,
para que este departamento deje de molestar con sus plegarias
a los cuartos en los que el silencio
se quedó dormido sin tomar su cena.

onfundido
como también confundido
era ese amor —ardilla azotada— con el que mis padres me amaban
cuando la tarde era ofensivamente adulta.

Nos prepararía mejor
para el tipo de vida que merecemos quieta.

MASTURBARSE,
a veces,
tiene que ver con esperar a que llamen de un nuevo trabajo,
a que el teléfono suene con el regreso de alguien,
a que el día nos alcance.

Pero puede a veces
tener que ver con desmoronarse

con hacer de uno mismo
el cansado ejercicio de deshacerse de uno mismo.

soportando distintas fragilidades,
c

como si el niño
quisiera dormir toda la angustia de su casa
arrullando a la muñeca,
como si con eso detuviera los golpes del futuro.

me miró por más tiempo que otras veces
y podría asegurar
que ambas te lloramos.

Mataría por ser
como la chica de su pintura favorita.