La tradición queda fijada. Ha cambiado la grafía, han cambiado las reglas de aplicación de las tildes, han evolucionado las propias palabras y, a pesar de ello, nos son familiares las expresiones y los significados ocultos en ellas. Reconocemos, aunque no sean definiciones idénticas, a la sociedad que somos en la que se nos muestra tras la pátina de los siglos