Corazón geométrico

Antonio nos dijo que esa era la razón por la cual todos se emocionaban al escucharlas. La voz y el violín al unísono logran que las melodías queden tatuadas en la memoria.

Dijo que por culpa de algunas películas de Hollywood, donde siempre mostraban millonarios con palcos comprados, empezó a predominar la idea de que la ópera era solo para ricos, pero que por supuesto no era así.

Le conté que desde que sabía que el mal del movimiento se llamaba cinetosis estaba un poco mejor. A veces la hipocondría se calma cuando el síntoma encuentra un nombre.

Mi hermano decía que los violines eran a la orquesta lo que el dulce de leche al alfajor: juntaban todo, eran el aglutinante del sonido. Me parecía una definición perfecta.

Imaginé una valija llena de ropa lisa de todos los rojos posibles.

Loreta nos dijo una vez mientras caminábamos por la Via del Corso que Roma te volvía ecologista por la impresión. En esta ciudad se hablaba de la basura casi tanto como del clima.

El momento en que la orquesta afina siempre me emociona. El sonido que se forma parece un cardumen desordenado que de a poco se reagrupa.

Cuando me tocó leer otra vez, no me podía decidir y la profesora me dijo que con las preposiciones había que seguir al corazón, que arriesgara por sonoridad.

Para encontrar el gesto, lo más importante era escuchar la música con el corazón y los oídos y no tanto con la mente

Ella siempre me recuerda que, si hay muchas personas, lo mejor es no quedar en los extremos porque algunas lentes distorsionan esa parte de la imagen. Para salir estilizada hay que pararse de frente a la cámara y de la cintura para arriba girar un poco el torso y la cara. Así se logra más profundidad. Todas las veces que lo probé funcionó.