Le contó que a veces se emborrachaba para poder dormir pero que eso últimamente no le estaba dando resultado «y entonces trato de llegar a la noche agotada, de hacer miles de cosas, de correr y cansarme, pero no hay caso, me despierto a las cuatro de la mañana a mirar el techo. Es horrible cuando entra esa luz por las rendijas de la persiana y empiezo a pensar, no paro de pensar.