ue era posible venderlo a empresas pequeñas o personas que iniciaran un negocio, entonces me buscó y me dijo: «Neil, a ti que te gusta interactuar y conocer muchas personas, ¿podrías vender este producto y ganar una comisión por ello?». Entonces le pregunté: «¿A quién lo quieres vender?». Me dijo que a empresas que iniciasen su actividad, porque les serviría el producto, que era muy sencillo y fácil de usar. Acepté el trabajo y el primer paso era conseguir el público con ese perfil específico. De no conseguir a ese tipo de personas, no habría a quien ofrecer el producto y tendría que ir puerta por puerta, pero yo no estaba dispuesto a hacer una venta de puerta fría, pensé que sería un trabajo imposible y que consumiría muchos recursos comerciales que no justificarían el beneficio obtenido. Entonces decidí crear primero el público: sólo tenía que encontrarlo y atraerlo. En ese momento no me dedicaba a las ventas, no tenía los prejuicios o esas ideas raras sobre que debería ir a las empresas a decir que tengo un superproducto