La necesidad de poseer se basa en la ilusión de seguridad que eso brinda. Es una forma de aplacar lo volátil de Eros. Enamorarse puede generar adicción y, como veremos después, algunxs adictxs no tienen empacho en dejar cadáveres emocionales en su camino con tal de obtener más y más droga.5 A esta adicción abonan otros factores, como el imperativo cultural de querer siempre más; las nociones predominantemente masculinas de cacería, de justificar la hombría mediante las mujeres que se «poseen», la adicción al poder, al dominio del otrx.