Al ver al Espíritu Santo derramarse de una manera hermosa e inusual,presenciamos una escena gloriosa: Dios está restaurando todos losdones del Espíritu, y esa es la razón de milagros cada vez mayores.Ningún poder humano puede sanar un cuerpo enfermo. KathrynKuhlman no tiene nada que ver con los milagros de sanidad que seestán produciendo en este ministerio. Nadie está más asombrado queyo, porque sé mejor que nadie que no tengo nada que ver con estassanidades milagrosas. Este gran derramamiento del Espíritu Santo, asícomo los milagros, trasciende el ámbito de la fe, pues he visto sanar amuchísimas personas que no tenían ni una pizca de fe.Esta es una hora de misericordia y gran amor sin precedentes, unmomento en el que la ternura del Espíritu Santo conmueve corazones,sana cuerpos y se derrama sobre creyentes y no creyentes por igualmientras asisten a los servicios.A menudo, no comprenden realmente lo que está sucediendo. A veces,la experiencia puede compararse con un calor intenso, un calor extrañoy diferente, un calor abrasador y absorbente. A veces, con una brisasuave y fresca. Lo que ocurre es inexplicable, y solo puedo decir esto:¡es obra del Espíritu Santo! Mi oración por ti es simplemente que estagloriosa comunión del Espíritu Santo (sin la cual no podría vivir ni unahora) te inunde de una manera especial, a medida que tu voluntad y tuvida se unen con la perfecta voluntad de Dios. Sé que cada uno denosotros solo comienza a vivir cuando lo conocemos en el poder delEspíritu, y te reto a comenzar esa vida ahora, una vida de entrega yrendición a Jesucristo.