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Teresa Díaz Varela

Cuando el cuerpo habla

Cada enfermedad constituye un gran libro en el cual se puede leer rasgos de nuestra personalidad y situaciones de la vida que necesitamos solucionar para sentirnos bien física y mentalmente. La curación de afecciones y síntomas depende prácticamente de la actitud del enfermo, porque si su carácter no cambia, los tratamientos medicinales externos difícilmente podrán alcanzar un buen resultado. Si el paciente no modifica su visión y no se dispone a una regeneración interior, los medicamentos y consejos de expertos sólo serán paliativos en el contexto de un problema de salud que, en realidad, es la expresión de un conflicto mucho mayor que necesita manifestarse de algún modo y ha estallado a través de esa dolencia.

Este libro parte de la siguiente premisa: los contenidos reprimidos por la mente encuentran una salida patológica a través del cuerpo. El ser humano no tiene pleno control de su organismo y la sujeción que puede hacer sobre él es muchísimo menor que la que suele ejercer sobre sus pensamientos. Esto quiere decir que puede ocultar una idea, un conflicto o una situación que le provoca hondo malestar, pero no le resultará fácil —es más, será prácticamente imposible— combatir sus consecuencias somáticas.

A través de la lectura, descubriremos que esta obra se compone de dos partes fundamentales: la primera, aborda los conceptos centrales para entender la enfermedad desde una nueva perspectiva que toma al sujeto completo como protagonista, y no solamente a su cuerpo o a la zona donde se manifiestan los síntomas. La segunda, constituye un diccionario de las afecciones más comunes y su significado psicosomático, para poder leer las señales inscritas en el cuerpo de una manera más profunda. En este listado de problemas se incluye también una nueva programación mental: una serie de pautas que le ayudarán a comprender su síntoma y a trabajar sinceramente sobre las características de su malestar. Porque debemos ejercitar nuestra facultad de interpretación y no buscar respuestas por fuera de nosotros mismos. Los datos están en nuestro interior, esperando ser descubiertos. Sólo si podemos hacernos cargo de la propia enfermedad y tomarnos honestamente la responsabilidad de paliar sus causas, estaremos en el camino de la sanación.
159 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2021
Publication year
2021
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Impressions

  • Yolanda Cruzshared an impression2 days ago
    👍Worth reading

Quotes

  • Yolanda Cruzhas quoted2 days ago
    Pensemos de nuevo en qué lugar queremos ocupar en nuestra propia película, la de la vida, y cambiemos de actitud.
  • Yolanda Cruzhas quoted2 days ago
    Nueva programación: ser miope está en estrecha vinculación con la carencia de empatía, la condición alusiva a “ponerse en el lugar del otro”. Ejercitar este tipo de comprensión requiere llevar a cabo una intensa labor de observación y de conocimiento del medio, porque sólo si se conoce la cantidad de posibilidades de una persona, los recursos con los que cuenta, el contexto en el que vive, etc., será posible comprender sus acciones. La empatía es una de las cosas que le faltan al miope; la otra es dejar de sentirse único. Si poseemos esta deficiencia visual, tengamos en cuenta que los anteojos salvarán nuestra carencia técnica, pero no la simbólica. Es decir, efectivamente veremos mejor de lejos, pero el sentido psicológico de la miopía, ese que indica la limitación excesiva de horizonte de comprensión, no se resuelve con las dioptrías. Debemos trabajar intensamente con nuestra personalidad, recordar cuándo fueron los últimos reproches que nos realizaron, qué cosas nos cuesta mucho aceptar y por qué nos causan tanto escozor. La amplitud de miras es nuestra principal asignatura pendiente. Solamente si atendemos nuestro campo simbólico de visión podremos reconocernos en lo que sucede a nuestro alrededor y asumir los aspectos negativos, propios y ajenos, que se nos hacen tan difíciles de asimilar.
  • Yolanda Cruzhas quoted2 days ago
    La miopía indica un exceso de subjetividad: el afectado puede observar perfectamente lo que sucede en sus cercanías, pero es incapaz de desarrollar una visión de conjunto o de largo alcance. El miope se siente fácilmente afectado por cualquier suceso y así lo hace saber. Muchas veces le han reprochado que no se ubica en el lugar del otro y que no intenta comprender los motivos ajenos, pero lo cierto es que ni siquiera ha logrado conocerse a sí mismo en profundidad. Todo lo que no puede ver, no lo logra asimilar, y así su horizonte de racionalidad es sumamente estrecho porque no puede evadirse de los límites de su visibilidad más o menos acotada. Sus procesos de identificación con el medio, la hipersensibilización y el hecho de sentirse involucrado en todo lo que sucede, lo llevan a convertirse en un sujeto altamente susceptible y fácil de ofenderse. El grado de aumento de las lentes es directamente proporcional a la dificultad manifestada para reconocerse y aceptarse.

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