Tal como vivimos, morimos

Con el tiempo, la práctica puede influir en nuestros sueños, de modo que, de vez en cuando, podemos despertar en el sueño y ser conscientes de que todo lo que estamos percibiendo es irreal. Sabremos que estamos soñando y que todo lo que percibimos es una proyección de nuestra propia mente.

Entonces, cada vez que hagamos o veamos esa cosa, hacemos una pausa y decimos: «Esto es un sueño en el que estoy despierto». Se trata de una pequeña contemplación, que hacemos brevemente. Asimilamos durante unos instantes el mensaje y luego seguimos con lo que estábamos haciendo.

¿En qué se diferencia de un sueño mi experiencia actual?»; o más en concreto: «¿Cómo sé que no estoy soñando ahora mismo?».

En cualquier situación intensa o difícil que afrontemos en la vida, lo que nos sirve de ayuda no es entrar en pánico y escapar, sino estar lo más abiertos y presentes que sea posible

Tal como vivimos, morimos. Si estamos dispuestos a pasar tiempo en la zona de desafío, entonces la forma en que nos enfrentamos al bardo será igualmente valiente y nos liberaremos de todos nuestros miedos. Pero si habitualmente escapamos de los desafíos, entonces nos veremos atraídos por el camino de menor resistencia.

modo en que trabajamos con nuestros pensamientos y emociones en este momento es lo que nos llevaremos con nosotros cuando muramos. No podemos dejarlo para el final, puesto que entonces será demasiado tarde

si queremos descubrir nuestra propia sabiduría, no hay otro lugar donde buscar que en nuestra propia neurosis. Descubriremos entonces que hay emoción con ego y emoción sin ego.

En lugar de luchar con nuestras emociones, las dejamos ser. No las exteriorizamos ni las reprimimos. Simplemente las dejamos ser. Simplemente conectamos con lo que nos hacen sentir.

Utilizar nuestras emociones como un sendero hacia el despertar se basa simplemente en permitir que la emoción sea tal como es.

Mediante la práctica de dar y tomar –utilizando la alternancia natural de nuestra respiración como medio– podemos transformar cualquier emoción perturbadora en una semilla de virtud, en una semilla de amor y compasión