Cesare piensa en su trece de agosto, en todo lo que ha sufrido desde aquel día en el que su existencia perdió sentido, peso, color, aire, y cómo a partir de entonces la cobardía lo ha hecho sufrir como un perro, sin necesidad. A la postre, piensa, aguantar no sirve de nada. La recompensa es un nuevo sufrimiento, más atroz.