El cielo de la selva

se viene a morir, a la vida me refiero, y a la selva también

La naturaleza de la muerte es una para todos, es un idioma común de las especies.

No volví a pedir nada más. Me parecía peligroso seguir pidiéndole a dios hasta romper el saco de su paciencia

Fue entonces que tuve la sensación de que dios no vivía en el cielo, como me habían enseñado siempre. Para qué alzaba los ojos hacia las nubes pensando en dios y en cómo rezarle, qué desperdicio de fuerzas y de ojos, carajo, si era más simple mirar hacia la selva y recitar un padrenuestro, dos avemarías y un salve a dios, que no estaba arriba, sino abajo, entre los árboles

Debí darme cuenta de la tentación que creció en forma de frutas en los árboles que rodeaban la hacienda

Carajo, toda la vida me he preguntado por qué se nace, por qué se escoge nacer cuando es tan bueno no existir, no ser nada, no sentir el peso de esta vida de mierda sobre los hombros ni tener que arrastrar el cuerpo selva adentro. Por eso le susurro en los oídos al chamaco que intenta quedarse de este lado del mundo: vete, mijo, que todavía estás a tiempo.

Metiste las manos en aquel caldo para rescatar a Choclo. A lo mejor estaba vivo. En trozos, pero vivo. A lo mejor si lo llevabas a la selva sucedería el milagro, y la abuela despiadada sería capaz de mirar a los ojos de su nieta favorita y devolverle al hijo

No hay quien nazca para otra cosa que no sea la muerte

Hay una mierda llamada destino que es como las cagadas de las cotorras: no importa cuán lejos escapes, la mierda te alcanza, el pájaro cagará sobre tu cabeza quieras o no

hablaba de civilización, pero bajo esa palabra se escondía una brutalidad con guadaña