El escritor boliviano Diego García teje un tapiz de relatos cortos que trascienden la realidad, sumergiendo al lector en un viaje onírico a través de paisajes urbanos y recovecos del subconsciente. Sus historias, impregnadas de una atmósfera inquietante y misteriosa, exploran la fragilidad de la inocencia, la audacia de la aventura y la obsesión de aquellos que persiguen la palabra escrita, incluso cuando esta se manifiesta como un galimatías incomprensible.
García puebla sus narraciones con personajes que desafían la lógica: individuos apócrifos, figuras cuya prosapia los marca con un destino incierto, y seres que se mueven en la frontera de lo paranormal. Cada relato es una invitación a perderse en calles laberínticas, a sentir la vibración de ambientes cargados de presagios, a ser testigo de sucesos que desafían la razón.
El lector, atrapado en este torbellino de sensaciones, se convierte en un habitante más de estas ciudades ficticias, un espectador privilegiado de sus secretos. La prosa de García, rica en matices y evocadora, lo invita a devorar cada historia, a sumergirse en su atmósfera enrarecida, donde lo único seguro es el deseo de seguir explorando los confines de este universo literario.