Caos y estabilidad, la bruma era ambas cosas. En la tierra había un imperio, dentro de ese imperio había docenas de reinos fragmentados, dentro de esos reinos había ciudades, pueblos, aldeas, plantaciones. Y por encima de todos ellos, dentro de todos ellos, alrededor de todos ellos, estaba la bruma. Era más constante que el sol, pues las nubes no podían ocultarla. Era más poderosa que las tormentas, pues superaba la furia de cualquier elemento. Siempre estaba allí. Cambiante, pero eterna.
El día era un suspiro impaciente que esperaba la noche. Cuando la oscuridad llegó, sin embargo, Vin descubrió que las brumas ya no la calmaban como antes.