Te amo —me interrumpe y da dos pasos hacia mí—. ¿Es lo que necesitas escuchar? Porque lo hago, te amo. No soy de palabras románticas, me cuesta decirlas. No soy del tipo que estará a tus faldas predicando amor eterno; en cambio, soy del tipo que hará lo que sea por mantenerte a salvo. Necesitas protección, respaldo, no un cotillero de mierda que te lama los pies y quiera mantenerte viva a punta de palabras bonitas.
Me toma de la nuca. No puedo creer lo que acaba de decir mientras me levanta el mentón enlazando mi mirada con la suya.
—No lo oirás seguido, pero eres importante para mí.