En el código dramático el cambio es propulsado por el deseo. El «mundo narrativo» no se reduce a «pienso, luego soy», sino a «quiero, luego soy». El deseo en todas sus facetas es lo que mueve el mundo, es lo que activa todas las cosas vivas y conscientes y les da una dirección. Una historia sigue la trayectoria de lo que una persona quiere, de lo que hará para conseguirlo y de las consecuencias que acarreará durante todo el proceso.