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Akwaeke Emezi

La muerte de Vivek Oji

  • Agustina Chavezhas quoted2 days ago
    Un día empiezan a creerse que son hombres, y de la noche a la mañana intentan mandar en casa, como si fueras su sirviente.
  • Agustina Chavezhas quoted2 days ago
    Quizá simplemente me había convertido en el punto de apoyo, el lugar donde todo confluía, el fiel de la balanza.
  • Agustina Chavezhas quoted2 days ago
    Vivek no podía acabar como esos cuerpos que aparecían linchados en la intersección, renegridos y tiesos por el fuego, con enormes tajos de machetes que dejaban al descubierto la carne roja de debajo.
  • Agustina Chavezhas quoted15 days ago
    Así fue el nacimiento de Vivek, en la estela de la muerte y de lleno en el dolor. Lo marcó, en cierto modo: lo taló como a un árbol. Lo llevaron a una casa anegada de una aflicción embrutecedora; su vida entera fue duelo.
  • Agustina Chavezhas quoted15 days ago
    Todo esto era antes de Vivek, antes del incendio, antes de que Chika descubriera la dificultad exacta de cavar su propia tumba con los huesos de su hijo.
  • Ana Lazcanohas quotedlast year
    Necesitaba aprender a comportarme con este secreto que va soltando pétalos dentro de mí
  • Ana Lazcanohas quotedlast year
    Se pasaba horas mirándolo cuando Chika no estaba en casa, intentando encontrar a la criatura que alumbró y después perdió, intentando fijar en su recuerdo a la que había encontrado.
  • Ana Lazcanohas quotedlast year
    –No sabes de lo que hablas —Kavita se puso de pie y arremetió contra su marido–. No sabemos nada de su vida. Tú tenías tu idea de lo que tu hijo tenía que ser, pero estabas tan ocupado con tu aventura que te perdiste sus últimos meses en este mundo. No podemos seguir insistiendo en que era quien creíamos que era, cuando él quería ser otra persona, ¡y murió siendo esa persona, Chika! Le fallamos, ¿no te das cuenta? No quisimos verlo tal y como era y le fallamos.
  • Ana Lazcanohas quotedlast year
    Al día siguiente fueron a la casa del pueblo. A los pies de la tumba de Vivek, con su gran lápida rectangular, Kavita no pudo evitar pensar por un instante que la abuela de su hijo alargaba la mano desde la sepultura que yacía junto a la de él; que atravesaba el féretro y la tierra y astillaba la madera del ataúd de su nieto para agarrarle la mano. Al menos no estaba solo. Estaban juntos, la generación anterior y la siguiente, desaparecidas del aquí y ahora, dejando al resto de la familia flotando en la vida.
  • Ana Lazcanohas quotedlast year
    La verdad, pensó Kavita. Una pensaría que le brindaría consuelo, después de tanto tiempo mendigando respuestas, pero no: lo que sentía era una conclusión rotunda y vacía. Todo había terminado. Ya había descubierto lo ocurrido, ya se había resuelto el misterio, ya le habían entregado esa versión desconocida de su hijo para soportarla como bien pudiera, y ahora era demasiado tarde para preguntarle nada a él, para hablar con él y enterarse de lo que estaba pasando, conocer mejor a la persona que había sido a sus espaldas. Todo había terminado.
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