La verdad, pensó Kavita. Una pensaría que le brindaría consuelo, después de tanto tiempo mendigando respuestas, pero no: lo que sentía era una conclusión rotunda y vacía. Todo había terminado. Ya había descubierto lo ocurrido, ya se había resuelto el misterio, ya le habían entregado esa versión desconocida de su hijo para soportarla como bien pudiera, y ahora era demasiado tarde para preguntarle nada a él, para hablar con él y enterarse de lo que estaba pasando, conocer mejor a la persona que había sido a sus espaldas. Todo había terminado.