Me quedo callada, mirando fijo al agua, como si supiera que esconde los restos de una mujer muerta. Me imagino mujeres entrando al mar: a Virgina Woolf de traje gris, soportando el peso de sus bolsillos llenos de piedras. A Alfonsina Storni, de negro, con pelo corto y un collar de perlas. No imagino naufragios ni marineros en altamar, sino mujeres que avanzan de a poco hacia la oscuridad del agua. Las veo desde atrás: no sé bien cómo son sus caras, si dudan o si tienen miedo.