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Suzanne Collins

En Llamas

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  • majosita456has quoted2 months ago
    Peeta me abraza en su regazo, me tranquiliza, me mece con dulzura.
  • Sha6jd ajohas quoted8 days ago
    La imagen cambia para mostrar la plaza mayor del Distrito 8, que reconozco porque estuve allí la semana pasada. Siguen viéndose las banderolas con mi cara colgando de los tejados. Debajo de ellas hay una turba, la plaza está llena de gente gritando, con el rostro tapado con trapos y máscaras caseras, tirando ladrillos. Los edificios arden, los agentes de la paz disparan a la multitud y matan de forma indiscriminada.

    No había visto nunca nada parecido, pero sé que no puede ser otra cosa: soy testigo de lo que el presidente Snow llama un levantamiento.
  • Sha6jd ajohas quoted8 days ago
    —Pero he tenido un sueño —comento—. Estaba persiguiendo a un sinsajo a través del bosque. Llevaba mucho tiempo detrás de él. En realidad, era Rue. Quiero decir que, cuando cantaba, tenía su voz.
  • Sha6jd ajohas quoted18 days ago
    soy yo la que sugiere la proposición de matrimonio pública. Peeta acepta hacerlo, aunque después se encierra en su cuarto un buen rato. Haymitch me pide que lo deje en paz.

    —Creía que era lo que él quería —dije.

    —Pero así no. Él quería que fuese de verdad.
  • Sha6jd ajohas quoted21 days ago
    Un par de agentes de la paz arrastran al anciano que silbó hasta la parte superior de los escalones, lo obligan a ponerse de rodillas delante de la multitud y le meten un balazo en la cabeza.
  • Sha6jd ajohas quoted21 days ago
    ella siempre estará conmigo. Todas las cosas bellas me la recuerdan. La veo en las flores amarillas que crecen en la Pradera, junto a mi casa. La veo en los sinsajos que cantan en los árboles. Y, sobretodo, la veo en mi hermana, Prim. —No me fío mucho de mi voz, pero casi he terminado—. Gracias por vuestros hijos —digo, y levanto la barbilla para dirigirme a la multitud—. Y gracias a todos por el pan.
  • Sha6jd ajohas quoted23 days ago
    Cierro los ojos con fuerza y no veo a Prim, sino a Rue, la chica de doce años del Distrito 11 con la que me alié en la arena. Podía volar como un pájaro de árbol en árbol y agarrarse a las ramas más delgadas. Rue, la chica a la que no pude salvar, a la que dejé morir. La veo en el suelo, con la lanza todavía sobresaliéndole del estómago…
  • Nayeli Cortéshas quoted2 months ago
    Peeta abre una ostra y lo oigo soltar una carcajada.

    —¡Eh, mira esto! —exclama, y saca una perla perfecta y reluciente del tamaño de un guisante—. Ya sabes, si se ejerce la presión suficiente sobre el carbón, se convierte en una perla —le dice muy serio a Finnick.

    —Eso no es verdad —responde él, con aire desdeñoso, pero yo me parto de risa, porque recuerdo que así nos presentó Effie Trinket, que no tenía ni idea, a la gente del Capitolio el año pasado, antes de que nos conocieran: éramos como trozos de carbón que se convertían en perlas gracias al peso de nuestra existencia; la belleza que surgía del dolor.

    Peeta limpia la perla en el agua y me la da.

    —Para ti.

    La sostengo en la palma de la mano y examino su superficie irisada a la luz del sol. Sí, la guardaré, durante las pocas horas de vida que me queden la llevaré siempre cerca. Es el último regalo de Peeta, el único que puedo aceptar de verdad. Quizá me dé fuerzas en los últimos momentos.

    —Gracias —le digo, cerrando la mano
  • Nayeli Cortéshas quoted2 months ago
    Me doy cuenta de que sólo una persona quedará herida sin remedio si Peeta muere: yo.

    —Yo —respondo—, yo te necesito. —Él parece enfadado y respira hondo, como si fuese a empezar un largo discurso, y eso no está bien, no está nada bien, porque empezará a hablar sobre Prim, mi madre y todo lo demás, y me confundirá. Así que, antes de que pueda hablar, lo silencio con un beso.

    Vuelvo a sentir lo mismo, lo que sólo había sentido en una ocasión, en la cueva, el año pasado, cuando intentaba que Haymitch nos enviase comida. He besado a Peeta unas mil veces, tanto en los juegos como después, pero sólo hubo un beso que despertase un cosquilleo en mi interior, sólo un beso que me hiciera desear más.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 months ago
    —Podemos quedarnos tres cada uno, y los que queden vivos a la hora del desayuno ya decidirán sobre el resto —responde Johanna. No sé por qué, pero el comentario me hace reír un poco, supongo que porque es cierto. Al hacerlo, ella me lanza una mirada de aprobación. No, no de aprobación, aunque sí que parece algo satisfecha.
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