Poesía reunida

Qué horrible es llegar tarde!,
a todo sitio, tarde.
No sé si estoy despierta,

Por un día tan sólo
ser la estancia habitada de la mujer madura;
o la criatura de agua
a quien el iris se le afina de sueños
y yace, brizna dócil bajo el cristal sensible del rocío.

Yo tuve un hermano
de esos que duelen siempre en la conciencia.

El fruto es lo vivido y no lo tengo:
lo busco ya tarde,
entre la soledad ruidosa de las gentes
o en el amor que intento, y doy, y espero,
y que no llega.

Tengo hambre de ser
y me siento frente a la ventana
a masticar estrellas
para que este dolor de estómago sea cierto.
La verdad es que duele en los nervios
todo el cuerpo, esta noche, hasta los tuétanos.

Yo quiero que la boca del agua
me exorcice el espíritu,
que me bautice el viento,
que me envuelva en su sábana cálida la tierra,
si me voy este otoño.

Mi alma ha sido un golpe de tempestad,
un grito abierto en canal,

bosque de vidrio en mi pecho.

sin embargo, es azul de cristal tu mirada
y te amanece fresca el agua del corazón;
quitas fácil el hollín que pone el hombre sobre las cosas,
y entiendes en tu propio dolor al mundo,
porque ya sabes
que sobre todos los ojos de la Tierra,
algún día, sin remedio, llueve.

esta humedad de mar que me diluye dentro,