Porque te garantizo que si esta noche caminas por las calles y atacas a una mujer tan rica y hermosa como Babette y le chupas la sangre hasta que se derrumbe a tus pies, ya no tendrás más ganas de ver el perfil de Babette al lado del candelabro ni de escuchar por la ventana el sonido de su voz. Estarás satisfecho, Louis como se supone que debes estarlo, con toda la vida que puedes tener por delante; y cuando se vaya, tendrás hambre de lo mismo, y lo mismo y lo mismo siempre. El rojo de esta copa será igual de rojo; las rosas del empapelado de la pared estarán dibujadas tan delicadamente como ahora. Y verás la luna del mismo modo, y lo mismo el chisporroteo de una vela. Y con esa misma sensibilidad que adoras, verás a la muerte en toda su belleza, a la vida tal como sólo se conoce en el mismo punto que la muerte. ¿No lo comprendes, Louis? Tú, único entre todas las criaturas, puedes contemplar a la muerte con esa impunidad. Tú..., únicamente..., bajo la luna..., ¡puedes golpear la mano de Dios!
Se echó para atrás y vació su copa, y sus ojos pasaron por la mujer inconsciente. Sus pechos palpitaban y movió las cejas como si estuviera por recuperar el conocimiento. Un gemido escapó de sus labios.
Él nunca me había hablado así, y yo pensaba que no sería capaz de hacerlo ahora:
—Los vampiros somos asesinos —dijo—. Depredadores cuyos ojos que todo lo ven deben procurarles la debida objetividad, la capacidad de contemplar la vida en su totalidad, no con una pena lastimera sino con la excitante satisfacción de estar al final de esa vida, de participar en el plan divino.
—Así es como tú lo ves —protesté.
La muchacha volvió a gemir; tenía el rostro muy blanco. Rodó su cabeza contra el respaldo de la silla.
—Así es como es —me contestó—. ¡Tú hablas de encontrar a otros vampiros! ¡Los vampiros son asesinos! ¡No quieren tu sensibilidad! Te verán llegar antes de que tú los puedas ver y verán tus fallos y, sin confiar en ti, tratarán de matarte. Buscarían matarte aunque fueras como yo. Porque ellos son depredadores solitarios y no buscan más compañía que los felinos en las selvas. Son celosos de su secreto y de su territorio; y, si encuentras a uno o dos viviendo juntos, sólo será por seguridad