Aun bajo el sistema de dominación masculina ellas supieron crear formas propias de resistencia y adaptación, centradas en las labores que les tocaba realizar, que en la tradición mesoamericana eran consideradas complementarias a las de los hombres. Adquirieron y transmitieron entre sí a lo largo de generaciones conocimientos propios de producción, de alimentación, de medicina, de salud. Sabían sanar, cuidar, acompañar, dar placer, gestar, dar a luz y cuidar a las hijas e hijos, todas ellas labores indispensables para la vida y sin las cuales los varones que dominaban a las mujeres no hubieran podido mandar, gobernar, hacer la guerra, ni siquiera sobrevivir más de unos cuantos días. No obstante, son labores fáciles de ignorar, que rara vez se mencionan, que se toman por seguras, que no hacen historia.
La omisión del trabajo femenino en la historia