Los arquitectos tienen la sensibilidad del artista, una pizca de lucidez filosófica, una sana dosis de sentido oportunista y hasta cierto rigor científico, por el lado estructural básico de prever que no se les caiga la casa encima. Pero además de todo eso —y en un contraste radical con los antropólogos—, lo que hacen los arquitectos sí sirve para algo.
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