No sabían qué hacer, aparte de indignarse por la situación. A la larga, las imágenes de emigrantes en el mar, hacinados en lanchas neumáticas delante de las patrulleras militares grises, se habían convertido en una referencia constante del panorama informativo que los rodeaba, con una codificación visual regulada, como las fotos color amarillo polvoriento de las guerras en Oriente Próximo o las ráfagas rojas o azul claro de las bombas de humo en los reportajes del G8.