Mientras esperaban a que hirviera el café encendían puntos de luz en las esquinas de la sala, sacudían el sofá, doblaban la manta espigada, separaban la fruta estropeada que había quedado al fondo del bol de cristal, lavaban las tazas o las escondían en el lavavajillas. Cuando se sentaban a tomar el desayuno, todo estaba como tenía que estar, y durante diez límpidos minutos saboreaban el café echando un vistazo a las noticias en las redes sociales y la home de los periódicos, y se sentían preparados para comenzar el día.