Pero ese servicio de ornamentar ropajes no le llenaba la vida. Ella quería ser otra cosa, quería hacer crecer de sí más gente, tener hijos, ser nacida en otras vidas. Pero sin esa dádiva, entrar en su casa tan sin otros no le daba deseos. Esa era la razón por la que vivía más en el portal que dentro de las paredes.