Tu velocidad al hablar puede ser tu amiga o socavar lo que estás tratando de decir. La velocidad del ritmo puede implicar una emoción por sí sola. Por ejemplo, al demostrar un gran punto, debes bajar tu ritmo para permitir que se sienta el impacto. Si usas la velocidad equivocada y el ritmo no está acorde, mucho de lo que tienes que decir puede fácilmente perderse, confundirse o malinterpretarse. Adicionalmente, las pausas a tiempo pueden decir tanto como una expresión a través de las palabras.