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James Hilton

Adiós, señor Chips

  • Ann Lophas quoted3 days ago
    «Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el
  • Ann Lophas quoted3 days ago
    esta paradoja entre la vejez y la juventud, era lo que el mundo llamaba «progreso».
  • Ann Lophas quoted6 days ago
    ¿Qué importancia tenían las emociones, en realidad, cuando su último rastro desaparecía de la memoria humana?
  • Ann Lophas quoted7 days ago
    Ser profesor es completamente distinto, es importante, ¿no te parece? Influir en los que van a crecer, en los que van a ser tan decisivos en el mundo…
  • Ann Lophas quoted7 days ago
    Tenía cuarenta y ocho años, una edad en la que empieza a ser difícil cambiar de costumbres.
  • Ann Lophas quoted7 days ago
    La juventud y la antigüedad suelen combinar muy bien. E
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Se había ganado una gran fama de chistoso y siempre se esperaban salidas cómicas de él
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    todos los años en Brookfield. Y también, por cierto, lo que no había hecho ni haría jamás porque ya era tarde, por ejemplo: nunca había viajado en avión ni había asistido a un programa de entrevistas
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    ¿Había otros muchos chicos nuevos en aquel curso, señor? —preguntó Linford con timidez.
    —¿Eh? Pues… ¡Válgame Dios!… Yo no era un niño, qué va…, era un hombre…, ¡un joven de veintidós años! Y la próxima vez que vea a un hombre joven…, un maestro nuevo… que da su primera hora de estudio en el auditorio…, hum…, imagínese… lo que sentirá.
    —Pero, señor, si tenía veintidós años, entonces…
    —¿Sí? ¿Qué?
    —Ahora debe de ser… muy viejo, señor
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Adiós, señor Chips…». Una novatada antigua: hacer creer a los nuevos que su verdadero nombre era Chips; era una tomadura de pelo casi tradicional. A él no lo molestaba. «Adiós, señor Chips…».
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