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Álvaro Enrigue

Tu sueño imperios han sido

  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    El manuscrito de Tu sueño imperios han sido fue leído por Natasha Wimmer, Ria Julien, Juan Enrigue, Silvia Sesé, Paola Morán, Julieta García, y Aimé Iglesias –en ese orden. Sus opiniones, observaciones y correcciones lo mejoraron infinitamente.
    Nadie escribe en soledad y yo menos que nadie. Gracias,
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    «Tu sueño imperios han sido» es un verso de Calderón en La vida es sueño. No hay por qué tratar de mejorar lo inmejorable.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    La idea de que quien escribe lo hace en una soledad iluminada es una reliquia del Romanticismo.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Tlilpotonqui bajó la cabeza. Y si alguien vuelve a decir la palabra hormiga en este imperio, dijo el huei tlatoani mientras se levantaba del trono de Axayácatl y se sacudía la capa, lo matas, pero antes le recuerdas que aunque la hormiga no hable, al final siempre señala el camino.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    iba a ganar. Lo había visto: iba a ganar. Enderezó la espina. Todo eso se iba a llamar Nueva España y su nombre iba a ser recordado para siempre. Le pidió a Moctezuma que lo llevara a conocer el templo, pero su voz ya no era inteligible para el tlatoani, que lo seguía viendo con curiosidad, rascándose la barbilla. El emperador hizo una mueca de desagrado, dio una palmada y dijo algo en su lengua, que Cortés ya no entendió.
    Tlacaelel sí. Lo que Moctezuma dijo fue: Adelante, Cuitláhuac. Y los ojos del hermano menor de Moctezuma se abrieron en la pared mal iluminada del fondo y el príncipe, pintado del color azul del muro –los pies y las espinillas con el ocre del guardapolvo–, se acercó a Cortés, le metió las manos en la boca, se la abrió hasta romperle la quijada y le dobló hacia atrás el cráneo hasta que se le tronó la espina.
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    Donde se alzaba Tenoxtitlan ahora había una ciudad española: los palacios, las iglesias, los conventos. Una monja que era pura luz y que también soñaba y que aunque hablaba castellano comía mole y pipián y pápalo y nogada. Era un país enorme: las cañadas, las sierras, los desiertos, las selvas. Pero también era un país que era puro dolor.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Donde se alzaba Tenoxtitlan ahora había una ciudad española: los palacios, las iglesias, los conventos. Una monja que era pura luz y que también soñaba y que aunque hablaba castellano comía mole y pipián y pápalo y nogada. Era un país enorme: las cañadas, las sierras, los desiertos, las selvas. Pero también era un país que era puro dolor. Los alzamientos de indios, los barcos de esclavos, los curas detrás de la imagen de Guadalupe y una República desperdigada pero a su manera digna. Los gringos de mierda, un tlatoani zapoteca que le ganaba una guerra a Francia. Libros, guerras, universidades, ciudades con mucha más gente de la que podía imaginarse, otro tlatoani, un mixteco –puros oaxaqueños– y Eufemio Zapata caminando por el palacio de Moctezuma vestido a la española, otra República que se alzaba como podía y otros cien años y este libro y tú leyéndolo y fue entonces que Hernando despertó.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Entonces se levantó del suelo y se vio soñando. Se rascó la cabeza. Soñaba que soñaba. Mentalmente se veía soñar que soñaba y también podía verse soñar que soñaba. Se recordaba soñando ya y también viéndose que soñaba. Y se veía recordando que se veía soñar. Sigo borracho, pensó, mejor me voy. Y le dio las buenas noches y las gracias a Moctezuma.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Se viró hacia el emperador y vio que era otra vez Moctezuma, o Moctezuma repetido y a veces emplumado. El tlatoani le dijo: No tengas miedo, me estás viendo a mí y a mi nahual, pero yo estoy aquí contigo, es como una borrachera, muy corta, se va sola, dura poquísimo, como las flores; sueña.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Había algo aterradoramente hermoso en que una patria completa se hubiera puesto de acuerdo para hacer de su capital un lugar ante todo puntual, que hubiera optado por la geometría y el escorzo para habitar en él: todo era un cañón de líneas rectas entre las que se producía una coreografía memorizada por todos, como si hubiera sido un artista –y no la casualidad, la suerte, el trauma de la historia– lo que hubiera organizado a esa gente.
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