El crecimiento precipitado del menor la lleva a fantasear con un tercer hijo. Un bebé adentro, ir alimentándolo y armándolo de a poco. Verlo salir, conocerle la cara. Hundir la nariz en la nuca de recién nacido, recorrer su cuerpo con las manos. Envolverlo en una manta suave. Mirarlo a los ojos y cantarle el mundo.
Se imagina con tres hijos en edades muy distintas, el tiempo ocupado, la vida colmada.