Pero yo quisiera tiempos diarios para pasear. Pregunto a mi cuerpo, a mi corazón, a mis pies y a mi ánimo y todos coinciden en que querrían salir juntos o en fila cada día a respirar de otra manera, a moverse y a mirar sin pretensiones. Entonces, ¿por qué no lo hacen? ¿Por qué siempre vence la presión de la bandeja de entrada arrastrándose y subiendo como un reptil por la espalda para decirte que «no puedes», que debes atender el correo, los informes, y cumplimentar anexos hasta terminar? ¿Terminar?, ¿nadie ha observado que este trabajo nunca termina?