«¿Hablar de tus emociones? Nunca lo había hecho hasta los quince años, cuando entré en un grupo de música y empecé a tomar ácido, lo que resultó muy útil. Teníamos una base común de humor, chistes y programas de televisión que nos permitían comunicarnos mejor. Además, formar parte de un grupo musical era estupendo, porque podíamos pasar horas juntos sin hablar mucho. Estábamos juntos, sin más.»