Cuando nos desapegamos del ego (la creencia de que estamos separados de todos y de todo) y lo dejamos ir, la vida es mucho más fácil. Es el ego el que sigue luchando por la supervivencia, el que crea dramas donde no los hay y el que hace que la vida sea estresante. Cuando lo dejamos ir, descubrimos que somos más de lo que jamás habíamos imaginado ser.