El Corazón de la Bestia

Perros, gatos, serpientes, cucarachas, no hay límite. Vegetales, plantas, árboles. Todos hablan. Los seres humanos sabíamos escucharlos, pero el exacerbado materialismo nos ensordeció: anulamos la intuición y perdimos la comunicación interespecies.

Los animales nos explican cosas.

Nace una estrella
Santiago Rosero

Por no haber tenido padre, Ana no quiso tener hijos, y acaso debido a eso la tarde en que su sobrino apareció de sorpresa con una mona bebé, minúscula y afelpada como un peluche, pensó, no sin antes mirar al cielo en espera de una iluminación, que quizá ese animal silvestre podía convertirse en la hija que nunca habría de tener.

Ana Burbano nació hace 60 años en Ambato, una ciudad con 155.000 habitantes que queda a 150 kilómetros al sur de Quito, en la Sierra centro de Ecuador. Es delgada y de estatura mediana, lleva el pelo tinturado de un rojo achiote, esponjado y con olas, como estaba de moda en los ochenta. Su semblante, su voz, la facilidad y la frecuencia con la que rompe en llanto al hablar de su vida y de la mona que convirtió en su hija, denotan una honda tristeza.

hay otro género animal —incluyendo todavía a los humanos— que viva tan fácil, tan barato, tan dedicado al ocio sin más metas: en ese sentido, el animal tercerizado es como un estandarte de lo que querríamos —y, quizá, lo contrario de lo que queremos.