Ciencia ficción capitalista

que los autores de ciencia ficción «dura» fueron en su mayoría hombres, salvo las excepciones de la ya mencionada Judith Merril (1923-1997) o también de Kate Wilhelm (1928-2018).

Porque si la ciencia ficción capitalista forma parte de una larga historia que conecta la colonización de nuevos planetas con la de América, y la destrucción de mundos indígenas con el arrasamiento total de la Tierra, solo la descolonización y el devenir indígena pueden salvarnos, y no la repetición de las violencias ancestrales que perpetran los multimillonarios de Silicon Valley.

cuando se termine de destrozar la yunga andina o la selva amazónica, solo necesitaremos la tecnología suficiente para reproducirlas en Marte u otra esfera celeste, dando luz a un Amazonas marciano o un Marte andino, intercambiables con los ecosistemas exterminados y depredados en la Tierra

Los alienígenas se espantarán y no comprenderán cómo es posible que una civilización aparentemente tan avanzada haya puesto toda su economía y tecnología al servicio de tanta injusticia y tanto desastre. Porque el capitalismo es apenas un cuento contado en otro planeta por un idiota, lleno de ruido y de furia, que le dio cálculo y lógica en la Tierra.

única experiencia documentada para comparar la crisis socioambiental presente son las historias de los pueblos colonizados del mundo, diezmados por la enfermedad y la violencia europeas.

De manera semejante a como aquella disciplina reduce a cualquier civilización no occidental a un estatuto primitivo e inferior, la ufología capitalista (a la inversa) duplicó en el extraterrestre una versión «superior» del colonialismo europeo y gringo, así como su ambición de conquistar, someter, esclavizar y robar bienes naturales.

Por eso la llama del comunismo interplanetario pervivió pese al fin del posadismo, en relevantes movimientos como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que en 1996 fundó una Comisión Intergaláctica, que convocó a civilizaciones extraterrestres en contra del neoliberalismo para que se unieran a la lucha de los pueblos indígenas de Chiapas.

«UFO al popolo! («¡Ovnis para el pueblo!»).

para Lenin, la ufología era el primer paso para acceder a un socialismo cósmico, que convirtiera al espacio no en un ámbito de lucro corporativo sino de fraternidad e igualdad intergalácticas.

«Los platos voladores, los procesos de la materia y la energía, la ciencia, la lucha revolucionaria de clases y el futuro socialista de la humanidad»