Anna Dahlqvist

La regla no ha de encerrarnos ni retraernos. Ni tampoco ha de enfermarnos. No tendría que ser más de lo que es: una mucosa sangrienta que se desprende y se expulsa del útero.

En una ponencia sobre la menstruación en relación con los derechos humanos, ambas escriben que el descuido de la cuestión menstrual refleja otro aspecto del derecho a la igualdad: la falta de mujeres en puestos decisorios.

Kiran Gandhi corrió la maratón de Londres con la regla y sin usar protección menstrual. Esto suscitó una gran cantidad de reacciones. Algunas de euforia liberadora. Otras de enfado y asco.

Sangrar con libertad durante más de 40 kilómetros me pareció punk

Es de locos que cada medio año salga un iPhone nuevo, pero que solo haya tres tipos de protección menstrual!»

La revolución ha de producirse en todas partes. El silencio y la vergüenza están dotados de una dimensión añadida cuando se combinan con la pobreza. Pero para todas nosotras el silencio significa que se nos negarán nuestros derechos. Nuestros cuerpos colisionan con una sociedad que no reconoce cómo funcionan y tampoco, por lo tanto, que existen.

A diario menstrúan 800 millones de personas.

Se espera de quienes menstrúan que la vivan en silencio.

bien la vergüenza y el silencio son experiencias comunes para las personas que menstrúan en todo el mundo, las consecuencias se vuelven mucho más graves si se añade otra dimensión: la pobreza

Nuestros cuerpos se celebran cuando son portadores de vida, pero la regla —que es un prerrequisito del embarazo— ha de esconderse.