Mariana Travacio

mujer de ojos negros que

era inevitable pensar que, aunque volviéramos, ya no podríamos estar ahí, solo viendo pasar las horas, como antes. No

hijos poseídos que se montaban a las cabras

hijos poseídos que se montaban a las cabras

que no se muriera porque ya no había a quién cobrarle otra muerte

Un fantôme ne meurt jamais,
il reste toujours à venir et à revenir.
jacques derrida

Y dice que al final lo reconoció donde se reconoce la gente: lo encontré en los ojos,

los fantasmas hay que pelearlos de entrada, Tanito, porque sino se afianzan, ¿sabés?, y se acaban instalando y no se van más.

Cuando eso me pasa, le digo a Cruz que diosito debe andar sordo, o que tal vez se haya ido de aquí, él también, cansado de tanta piedra.

Necesito dormir, Octavia, para caminar derecha otra vez