Nuestro árbol genealógico o filogenético se extiende así en un periodo de 20 millones de años, presentando raíces en África y ampliando grandes ramas en tres continentes; no todas son conocidas todavía y otras desaparecieron al calor de los cambios climáticos. Contrariamente a los relatos fantasiosos y centrados en la creencia de un advenimiento inevitable del Hombre –con una gran H–, lo que se llama de una manera tan común como errónea “la hominización”, es decir, la historia evolutiva de los grandes simios que incluye la de nuestro linaje, se inscribe en un contexto general de declive en términos de diversidad específica, al mismo tiempo que se desarrolla la expansión de los simios de cola, o cercopitecoides, como los babuinos en África o los macacos en Asia.