cuyo tono se encontraba en el extremo más profundo (es decir, las frecuencias más bajas) ganaban, en promedio, unos 187.000 dólares más y trabajaban para empresas con 440 millones más de activos.
Esta ventaja competitiva resultó cierta incluso cuando se consideraron la experiencia profesional, la educación, los rasgos faciales dominantes y otras variables que habrían podido influir sobre las decisiones de los reclutadores y los comités de empresa.