Joss Stirling

Sky, sé que en este momento te sientes muy confundida, pero quiero que estés segura de una cosa: te amo y daría la vida por ti si así pudiera salvarte

Zed alejó a Victor de un empujón y me levantó entre sus brazos. Estaba furioso.
–Digan lo que digan, la llevaré adentro. Es mía –es mi alma gemela– y es mejor que no intenten detenerme

La mejor respuesta a un golpe tan duro como el que recibiste es devolver el ataque.
Supuestamente, yo compartía esa filosofía

Sky, es la segunda vez que me atravieso delante de un arma por ti. En serio, tenemos que buscar otra forma de encontrarnos

Estoy impresionado. Escondes bastante fuerza en ese metro y medio, más cinco discutibles centímetros

ni loca dejaría que ese aspirante a doctor carente de tacto me pusiera las manos encima

No sé bien por qué sentí tanto pánico. Creo que estaba huyendo del temor de que él hubiera descubierto que yo no era una de ellos. Siempre había pensado que era una especie de aberración, un retoño de un verdadero savant.

Cientos de mujeres pueden ser bonitas; pocas pueden ser impactantes.
Me quedé con la boca abierta. Pero enseguida pensé que un golpe en la cabeza también podía ser impactante.

Ellos eran los dioses de la escena social internacional; yo era una insignificante intrusa humana y todos sabíamos lo que ocurría cuando los mortales interactuaban con las deidades

–¿Qué verán ellos si permito que todos compartan nuestro vínculo? –pregunté a Xav.
–Somos muy educados… no vamos a mirar –prometió Zed con la mano en el corazón pero un guiño en los ojos menos tranquilizador.
–No te preocupes, mi amor, atropellaré a cualquiera que transgreda nuestra intimidad, ¿de acuerdo? –Xav echó a su hermano del sillón.
–Yo nunca lo haría –juró Yves–, y Zed se va a comportar.