Porque el diseño y su forma impregnan todo el espacio público, el espacio que sí que compartimos todos, los de arriba y los de abajo: el alumbrado, los bancos donde nos sentamos, los edificios públicos donde trabajamos, el colegio de nuestros hijos, los formularios de Hacienda, la señalización, los carteles que observamos cada día por la calle, la web del Ayuntamiento, el transporte público. Todo lo que nos rodea está diseñado, todo; forma parte de nuestro día a día y lo hace, en definitiva, más o menos soportable.