Yo nunca dudé en trabajar con gente que no me gustaba y en ascenderla. La persona simpática, agradable y estupenda para ir con ella a pescar supone un gran riesgo. Siempre traté de rodearme de personas objetivas y duras, centradas en el trabajo, casi desagradables. Me rodeé de esas personas que no dudan en decirle la verdad a uno y que, al dedicarse en cuerpo y alma a lo que hacen, son competentes, y no hay límites para lo que se puede lograr