Me he dado cuenta, por ejemplo, de que los monstruos más aterradores de la ficción no se limitan asustar, herir o matar a sus víctimas, sino que además las convierten en monstruos como ellos: vampiros, zombis, hombres lobo… Son especialmente aterradores porque no solo amenazan el cuerpo, sino también la mente. Se supone que esta es la razón por la que los adolescentes se sienten tan atraídos por ellos, ya que la adolescencia es precisamente el momento en el que la mayoría de nosotros tenemos que enfrentarnos por primera vez con el reto de no convertirnos en los monstruos que despreciamos.