Las líneas pueden ayudar a entender la fluidez del deseo pero son binarias en cuanto a contar con dos puntos de partida, limitando el rango de movimiento: únicamente se las puede recorrer hacia un lado o hacia otro, a modo de termómetro en el que solo hay dos lugares hacia los que dirigirnos. Al salirnos de la norma tomando el desvío del que habla Ahmed, en realidad encontramos que no se trata de una única línea, sino que se bifurca en múltiples posibilidades, porque la norma es una, pero la disidencia es múltiple y diversa. Y es que, si en vez de verlo de forma lineal observamos el deseo sobre un mapa, en tanto que espacios, lugares, recovecos y montículos, la bisexualidad adquiere entonces una corporalidad propia.