Decir que la orientación que más violencias sufre
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es en sí sinónimo de libertad es para reír por no llorar, una muestra de lo extendida que está la idea de las bis como promiscuas y sexualmente liberadas, liberación que por supuesto parte de una mirada fetichizante y patriarcal si hablamos de mujeres*, liberación solo para las prácticas deseables desde esa mirada heteromasculina, liberación entendida como decir que sí a todo, y no como la tranquilidad de decir sí o no cuando una desee. De hecho, las pocas veces en que la fluidez en el deseo es tolerada, aparte de cuando se usa para sexualizarnos a nosotras, es en hombres consagrados como artistas (como ocurre, por ejemplo, con David Bowie), porque se considera que están en un plano distinto al resto de la humanidad, en el mundo de la creatividad, la liberación, la genialidad.