CAPITÁN SWING LIBROS

Creo que tengo que escribir sobre el sueño, porque esta mentira en concreto me perturba mucho.

Trabajar con niños traumatizados y maltratados también me ha llevado a prestar gran atención a la naturaleza de la raza humana y a la diferencia entre género humano y humanidad. No todos los seres humanos son humanos, compasivos

Sean cuales sean tus planes, recuerda que los cráneos de verdad no son adornos kitsch de Halloween: han pertenecido a un ser vivo. Pero, suponiendo que tus intenciones sean buenas, tienes que superar tres grandes obstáculos antes de llenar de gominolas la calavera de papá y ponerla sobre la mesita de café: papeleo, control jurídico y esqueletización

Dejar las redes sociales.

Los años de gloria son cuando están en primaria», dice Nicole, madre de dos estudiantes de secundaria en Portland. «Luego llega la educación secundaria

Alguna vez se le pasó por la cabeza al hombre que la mujer también tenía un derecho inalienable a la vida, la libertad y la búsqueda de su felicidad individual?», preguntó en 1855 Elizabeth Cady Stanton a su primo en una carta.

Los museos son algo más que simples lugares físicos diseñados para albergar colecciones. Su finalidad es configurar la memoria y la identidad.

Los hackers anarquistas son mucho más conscientes del poder de la información y de los extremos a los que están dispuestos a llegar para controlarla quienes detentan el poder político, como atestiguan las penas de años y decenios de cárcel que se están dictando por delitos de desobediencia civil electrónica.

Debió de enterrar en el jardín centenares de cabezas. Pero, bueno, gracias a eso ¡nos crecían las calabazas y los tomates más hermosos de la ciudad!

Hay una última cosa que no se debe olvidar mientras se lee este libro: esa multitud de jóvenes que aplaudía y llenaba el auditorio de la Trump Tower en junio de 2015 cuando Donald Trump anunció su campaña con denuncias despiadadas contra los mexicanos, los musulmanes y los medios de comunicación. En aquel momento pensé que era impropio del centro de Manhattan, un lugar que no es famoso precisamente por la xenofobia, ni por aplaudir andanadas racistas. De hecho, esa multitud no era fruto de la afluencia espontánea que los espectadores de televisión habrían creído razonable estar viendo. Muchos de quienes aplaudían eran actores que cobraron cincuenta dólares cada uno.