luzmar

La esperanza es más fuerte que el miedo. Es más fuerte que el odio.

La esperanza es más fuerte que el miedo. Es más fuerte que el odio.

—¿Voy a mo­rir? —Las su­aves pa­lab­ras se me es­ca­pa­ron.

Su mi­ra­da se os­cu­re­ció. —Nyet.

—Bus­can­do tu es­ca­le­ra al in­fi­er­no.

Él se río su­ave­men­te. —No lo vas a en­cont­rar aquí. Lo gu­ar­do en el só­ta­no

—No es­tás pen­san­do en dis­pa­rar­me, ¿ver­dad

. —De­pen­de. ¿Mo­ri­rí­as o se ne­ce­si­ta una es­ta­ca en el co­ra­zón? No qu­i­ero per­der el ti­em­po.

—Una ba­la no me ha ma­ta­do to­da­vía, pe­ro si­emp­re hay una pri­me­ra vez pa­ra to­do

—Solo tu­ya.

—Sólo mía. —Las pa­lab­ras se con­ge­la­ron y sus oj­os fi­nal­men­te se po­sa­ron en los mí­os, un neg­ro ma­te in­mo­ral—. Tu mi­se­ria, tu aten­ci­ón, tu cu­er­po, to­do mío

—Espero que no sea así co­mo nor­mal­men­te te acu­es­tas. Es ago­ta­dor —enar­có una ce­ja con hu­mor.

—Es la pri­me­ra vez pa­ra mí, pe­ro afor­tu­na­da­men­te, es­toy abi­er­to a co­sas nu­evas

—Realmente no en­ti­en­do có­mo pu­edes con­se­gu­ir una mu­j­er des­pu­és de ab­rir la bo­ca.

—Lo des­cub­ri­rás en un mo­men­to

—No te pre­ocu­pes, kot­yo­nok… —Se inc­li­nó y aca­ri­ció mi cu­el­lo, su cá­li­do ali­en­to pu­so la pi­el de gal­li­na en mi pi­el.

—Ya vyye­bu vsyu lozh iz teb­ya
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