Laura Bates

Y no eran simples sucesos fortuitos y puntuales, sino montones de pequeños incidentes —igual que mis propias experiencias— tan insignificantes y normalizados que protestar por cada uno de ellos resultaba ridículo.

Y si sexismo significa tratar a las personas de forma diferente o discriminarlas por el mero hecho de cuál sea su género, entonces las mujeres lo experimentan prácticamente a diario.

«¿Cómo era posible que hubiera tantísimas pruebas de la existencia de sexismo junto a tantísimas protestas en contra?», me preguntaba.

Hoy en día, las chicas con carrera podéis tener vuestra parte del pastel y coméroslo, ¿qué más queréis?

Hoy en día, las chicas con carrera podéis tener vuestra parte del pastel y coméroslo, ¿qué más queréis?

Estáis haciendo una montaña de un granito de arena.

también empecé a comprender que se trataba de un problema invisible.

Y no eran solo los hombres quienes adoptaban este enfoque, también las mujeres; me decían que me estaba poniendo nerviosa por nada, o que era demasiado sensible, o simplemente que buscaba problemas donde no los había.

Quizá estaba sacando las cosas de quicio y las mujeres ahora eran realmente iguales a los hombres, más o menos. Decidí echar un vistazo a las estadísticas para ver si por fin habíamos alcanzado una igualdad de condiciones.

Estas estadísticas sirvieron más bien poco para convencerme de que todo estaba bien y de que mi linda cabecita no debía preocuparse por ello.