Carolina Unrein

No hay nada más saludable para una familia que desobedecer.

No hay nada más saludable para una familia que desobedecer.

difícil nacer y más aún volver a hacerlo después de una muerte. Pero vos pasaste muchas cosas peores y fuiste muy fuerte. Tenete la paciencia que nunca te tuviste y, de a poquito, de a pequeños movimientos, convertite en la Caro que siempre quisiste ser».

Tal vez porque creo que nunca me había sentido tan cuidada, tan contenida, tan amada por otros y por mí misma como ahí.

sé por qué no entendía mi necesidad de sentirme limpia y bella en este nuevo cuerpo, creí que era obvio.

vez me raparon la cabeza y se sintió como si me estuvieran mutilando, como si me arrancaran las plumas con pinzas o las alas que usaba para volar.

cuando más tarde, ya entrada la primaria, todos los días hacíamos esa tan necesaria distinción de género (cuando llegábamos al colegio, cuando estábamos por entrar al aula y cuando nos íbamos), con esa arcaica educación militarizada y esa moral católica con las que se sigue dando y requetedando hasta el día de hoy, en algún momento habré llorado para cambiarme de fila, o me habré revelado y me habré puesto entre ambas y habré dicho «no quiero estar acá, así que voy a estar en el medio» con esa ternura y esa tan, tan joven sabiduría y fortaleza que me llevó a lo que soy ahora.

útiles eran azules o grises, como mis días.

había algo en su tierna torpeza que me hacía sentir más suave y delicada a su lado, y eso me gustaba.

demasiado visiblemente marica para que aceptaran que me gustaba otra chica.