Él no lo hace, y una vez que está de vuelta a mi lado, ella vuelve a quedarse en silencio. Y mi cerebro es como mantequilla de maní y estoy
confundido y tengo frío y estoy cansado y a medida que pasan los segundos y ella todavía no llora, me las arreglo para pensar en lo que eso significa. Y entonces se instala el verdadero pavor.